EL ECLECTICISMO POÉTICO EN LA PINTURA DE FELIPE DRAGO
Analizar la obra poética de un pintor como Felipe Drago, requiere de dos instancias, entrar primero en el proceso de ideación del artista, situarse en el contexto existencial y social, develar sus estados emocionales, y comprender los fenómenos que le dan respiración a su propuesta, antes de que la acción creativa se desprenda y se expanda de su imaginario en estado fetal. Y el segundo momento es, cuando ya estamos enfrente de una pintura terminada y adosada en un muro, con las problemáticas anteriores, ya resueltas, y por tanto, con la posibilidad de referirnos en términos interpretativos a lo que trató de comunicarnos a través de sus trazos, manchas, formas, todas simulaciones de su observación de la realidad, y de las complejas ficciones instaladas en un universo plástico, y que constituyen una expresión teórica y práctica de las alteraciones complejas de una inteligencia en ciernes. Drago, quiebra con su lenguaje de títulos de sus pinturas, la realidad que su imaginario le propone, y va estructurando paradojas que vincula, relaciona, creando diversas fragmentaciones cuyo contenido expresan la desesperanza de un mundo caótico, donde el hombre inventa, produce, con una fuerte dosis de irracionalidad, y al mismo tiempo se autodestruye, imponiendo por sobre las formas objetivas de la naturaleza y el paisaje humano, una dinámica que acelera la deshumanización de las sociedades habitadas por multitudes inconscientes. Hay en esta obra pictórica, imágenes turbulentas, estados de ensoñación, sublimaciones casi teológicas y teleológicas, situaciones en crisis. La subjetividad es el principio de su creatividad, la anormalidad, una representación en sentido figurado del mundo que soporta cotidianamente. Sus contenidos son un poco apocalípticos, no en un sentido religioso, más bien en una percepción artística desligada de convenciones y significados tradicionales y conservadores. El pintor dispone de su libertad y autonomía para trascender, y por tanto, des construye y reorganiza los elementos, le asigna funciones diferentes a los sujetos que integran su concepción narrativa. Cada pintura tiene una consecuencia, un resultado, que Aristóteles define como Causa final : aquello para lo que existe un objeto. En el caso de la pintura de Felipe Drago se advierten un sin número de simbologías que se coluden con la vida principalmente humana, la totalidad mira hacia las alturas, donde puede estar el paraíso, u otra representación literaria o filosófica de alguna mente especulativa, aunque en su pintura “El nadador”, una mano caricaturizada, se hunde, y con él, su conciencia y su materia en un fango que lo relega a otro estado que va más allá de la vida. Desde la confusión de sus formas, léase este término, como los sesgos transgresores que iluminan la estética del pintor, hay una grandeza que se apropia de la integridad del desconcierto, lo que nos exige una observación rigurosa de las representaciones, porque cada trazo o cada color es en sí redivivo de un lenguaje plástico, que en una primera mirada se nos aparecerá como extraño, lejano a nuestra comprensión objetiva, y a veces obvia de los contextos que nos rodean, pero en una segunda o tercera instancia, nos sorprenderemos al comprender el concepto que hay detrás de cada una de sus obras. Impactan los colores, pues invaden nuestro espíritu, las composiciones y sus temáticas conmueven porque percibo agonía y rebelión, motivaciones que delegan a la pintura tradicional, Drago es un vanguardista que inscribe su pintura en un espacio donde la creación se expresa más allá del arte por el arte, y nos invita a despertar nuestras conciencias estáticas, para poner en movimiento desde la pintura, la exigencia de renovar desde la cultura el alma sometida del hombre contemporáneo. GREGORIO ANGELCOS Narrador, Ensayista, Poeta y Periodista, con estudios de Arte y Derecho. Director de la revista cultural “Causa cero” y Editor de columnas del diario electrónico “El Clarín”, Vicepresidente de la Sech (Sociedad de escritores de Chile).